miércoles, 21 de abril de 2010

¿Necio, yo?

¿Que tan necio puede ser el hombre, o la mujer, no? A veces me pasa que ando por las calles, factor común en los días de esta ultima etapa en mi vida, y observo, contemplo a las personas, disfruto ver las historias de cada uno, trato de descubrir sus mundos, sus idiomas, la manera intima de comunicarse, esa que nadie en la tierra al menos, mas que ellos saben.

Trato de descifrar las situaciones y en alguna que otra vez reconocerme mediante las disputas, peleas y cuando no en los momentos de mayor desenfreno, recordar sensaciones y también encontrar alguna nueva, eso desconocido es lo que muchas veces nos genera la inseguridad de creer que algunas cosas todavía no las sentí o reconocer las cosas que ya descubrimos no son para uno, no?

¿Quién no realizo esta practica alguna vez en su historia?

Sin temer de caer en alguna practica voyeurista la sincera honestidad te envalentona en decir muchas veces que hay situaciones que uno no gustaría de atravesar, pero la cruda realidad también dicta alguna que otra vez un carnaval de sensaciones que uno necesita como motor vital.

Pero el hombre sigue, a veces adelante, sin importarle lo que siente, solo sigue, motivado con la necedad que no se posee, una necedad que dependiendo el día que estemos transitando pactaríamos con cualquier arte oscura para hacerla propia, para poder apagar voces y repercusiones de nuestras ideas sin la necesidad de negarlas; esta es la idea precisamente, no negarlas sino rechazarlas antes de gestarlas. Pero obviamente esas cosas no están en la personalidad de uno, de hecho hay muy poca gente que realmente tenga esta cualidad tan arraigada como para que lo creas cuando expone alguna postura totalmente pesimista y hasta en un complot para terminar con el mundo por algún motivo que realmente le haya generado una rabia iracunda de la cual no existe retorno, como por ejemplo..... que le sirvan un café frío!!!!

¿Y quien no alguna vez sufrió la traición de la magnitud de la necedad? La misma que esta acompasada con un fin que creemos sumamente positivo, y se cae en el desorden de perseguir un idealismo que en su camino nos convence y nos convierte en un ser que nunca pensamos ser.

Como dice Silvio R.:

Será que la necedad parió conmigo,
la necedad de lo que hoy resulta necio:
la necedad de asumir al enemigo,
la necedad de vivir sin tener precio.

Yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
Allá Dios, que será divino.
Yo me muero como viví.


Contemplo estas líneas y me enfrento nuevamente a mí mismo, a pensar en la dicotomía de lo que no quisiera que fuere y lo que podría ser.


¿Cuán necios podemos llegar a ser.........????????

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